Me reuní con mi amiga Asma'a una noche en un conocido café de El Cairo con vistas al Nilo. Como muchas jóvenes egipcias que conocí ese verano, Asma'a era inteligente, emprendedora, y estaba desempleada. Desde que se obtuvo un título en Derecho, había postulado en vano a un sinnúmero de trabajos, pero no había renunciada a encontrar un empleo en la carrera que estudió. Estaba particularmente molesta esa noche porque sus padres le habían prohibido aceptar un trabajo de camarera, ya que consideraban que era moralmente inapropiado. Sintiéndose cada vez más desesperada, Asma'a dijo que estaría dispuesta a aceptar cualquier empleo solo para poder trabajar.
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Cómo dar empleo a 865 millones de mujeres
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